Ética para el desarrollo de los pueblos – comentarios sobre el libro Ética para el desarrollo de los pueblos de Emilio Martínez Navarro

Curiosamente el enfoque holístico de desarrollo, no solo para los pueblos sino para el individuo, parece una definición, un término relativamente nuevo, siendo más bien, resultado de una miopía de muchos años, en donde se equiparaba el crecimiento económico personal –y si se quiere de a una sociedad entera también- con el bienestar, si bien el primero no es más que una plataforma para acceder a la felicidad personal – a la realización o éxito de una sociedad- en donde otros factores intangibles igualmente importantes tienen que estar necesariamente ahí para lograr estos objetivos. La lectura menciona otros factores difíciles de determinar cómo absolutos para todos, y también difíciles de distinguir unos de otros: bienestar, seguridad, libertad, identidad. También menciona que la determinación de un estado feliz, o exitoso es completamente relativa para cada individuo o sociedad.

Otro aspecto que aborda la lectura es la dificultad de diferenciar entre una necesidad y un deseo, los cuales se deben de cumplimentar para lograr un estado de felicidad individual y colectiva, llevándonos al siguiente cuestionamiento: ¿hasta donde está obligado un Estado, o una institución a cumplir con las necesidades y / o deseos de su población o mercado? Una buena aproximación para distinguir cuales son las necesidades fundamentales de todo ser humano, y que deben de ser cubiertas pudieran ser los Derechos Humanos. Estos principios, aunque consensuados mundialmente, no dejan de tener cierta lógica moral occidental, en donde la libertad y la individualización predomina sobre la colectivización, por ejemplo ¿por qué no haber pensado en Derechos Sociales, o bien Derechos Estatales?

En lo que si converge la lectura es en la necesidad de plantear la idea de desarrollo desde un enfoque integral, no ajeno a la esfera económica del individuo o de la sociedad, pero no como un todo. Es necesario también que para un despliegue de todas las capacidades del ser humano en lo individual o de la sociedad en lo colectivo, se tome en cuenta la viabilidad de los términos de felicidad que actualmente imperan, y replantearlos de manera que sean perdurables –sostenibles- para las generaciones futuras que demandaran las mismas o mas condiciones para su realización.

A medida que la evolución de la sociedad va tomando en cuenta nuevos elementos para su desarrollo –hace dos años nadie hablaba del derecho “humano” a la información o al internet- también podemos darnos cuenta que hay gente que está quedando fuera de esta dinámica, cuyas necesidades no han podido ser resueltas, y que carecen ya sea de la plataforma económica desde la cual orientar sus deseos y conseguir la felicidad debido a la inequidad en la repartición de la riqueza económica, o bien, aunque esta plataforma económica este presente, el individuo se enfrenta a una sociedad maldesarrollada, en donde no hay ningún estímulo por el cual superarse y poder alcanzar el pleno uso de las facultades inherentes al género humano. Ambos escenarios deben de ser resueltos, engendrando una sociedad que pueda tener respuesta tanto a las carencias básicas, como a los deseos de sus individuos, equilibrando la intromisión en la esfera pública y privada del estado y de las instituciones.

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