El testigo, o cómo vivir la vida detrás de una ventana

Crítica sobre el libro “Predictable Irrational” de Dan Ariely

¿Qué nos motiva a emprender una investigación? ¿Cuál es el motivo por el cual queremos saber el significado de algo? Atrás de cualquier curiosidad científica debe de haber un motivo que nos impulse a preguntar más sobre unas cosas que sobre otras. Habrá quien les guste preguntarse cosas sobre biología, algunos otros sobre física, y habrá otros que se pregunten cosas acerca del comportamiento humano.

Toda ente observado es perturbado por el observador –y este descubrimiento que raya en lo filosófico le valió a Einstein el premio Nobel1– haciendo imposible que todo estudio sea objetivo, pues tanto el observado como el observador interactúan –aunque no de manera voluntaria- de manera que el objeto estudiado en cuestión nunca actuará como si no fuera observado.

Recuerdo el experimento de Oscar Lewis en el libro de Antropología de la Pobreza, en donde el sociólogo vivía durante cierto tiempo con familias de diferentes clases sociales para observar  y comparar su comportamiento. Un aproximación para mi muy naive puesto que evidentemente el hecho de que el científico estuviera viviendo en la casa de la familia estudiaba perturbaba completamente el entorno familiar, igual como sucede en los reality shows, en donde la gente más que comportarse, se caricaturiza para adoptar un personaje, lo cual para nada refleja la realidad de una persona o de una familia, sino una distorsión.

¿Qué es la realidad entonces? Decía el maestro Ricardo Garibay que la realidad, si no pasa a través de un ejercicio literario que dé cuenta de ella, es como si no existiera. Si no existe un testimonio –parcial, sesgado,  personal- de una realidad, ésta simplemente no existiría, nadie la tendría en cuenta, y si se tratara del recuento de una vida, podríamos inclusive negar la existencia de la misma.

¿Como abordar los comportamientos sociales con el menor sesgo, lo más objetivamente posible, para poder sacar conclusiones realmente útiles para el estudio de la mente humana? ¿Qué motivos tendría alguien para hacer algo así? ¿Cuál seria la duda ultima que el investigador quiere resolver?

Dan Ariely nos resuelve esa duda en la introducción de su libro: estudia el comportamiento humano por una condición adquirida que le ayudo de cierta manera dar un paso hacia atrás, y observar el comportamiento humano sin perturbar a la sociedad demasiado: pudo a través de su desafortunada situación poder ver la vida detrás de una ventana, adoptar y conocer métodos para el estudio de mínima obstrucción, e inclusive pudo estudiarse a sí mismo, observo y llego a conclusiones de temas que parecen contradictorios, pero que desde el racional adecuado, adquieren todo un sentido. Es como explicar a la especie humana a un extra-terrestre, ajeno  a los códigos, signos y debilidades de nuestra naturaleza, encontrándole sentido y coherencia a esta existencia que parece llena de vacios y contradicciones.

Su método experimental pudo quitar muchos de los sesgos del observador, sin dejar a un lado temas tabús como el sexo, las relaciones sociales y la ambición, no sin a veces interpretar algunas de sus conclusiones desde su perspectiva anglosajona –por ejemplo el caso en donde concluye que la gente tomaría menos dulces de una urna si estos fueran gratis, quisiera haber visto ese experimento en una cultura latina como la nuestra, en donde seguro los dulces no duran arriba de 10 minutos en la misma urna. De todas maneras, es de destacar que su intento es muy valioso y muy útil: poder determinar cual es el verdadero racional detrás de un precio, la diferencia entre las normas sociales y las económicas, o bien extraer las respuestas más apegadas al subconsciente, son ejercicios que nos permiten tener aproximaciones mas verdaderas acerca del comportamiento de los consumidores, y con ello poder comunicarnos con ellos de manera mas efectiva, o bien encausarlos a responder de mejor manera hacia el mensaje transmitimos.

Qué maravillosa manera de reponerse ante su propia realidad, o mejor dicho, de abrazar su realidad como una herramienta indispensable para poder responder su duda última y fundamental: cómo es que los seres humanos, siendo fundamentalmente individualistas pueden convivir con códigos esencialmente sociales. Descifrar los códigos del comportamiento humano que lo lleva a vivir en sociedad, con todas sus contradicciones, vicios y virtudes. Poder pensar fuera de las reglas de la sociedad–pues en realidad no pudo vivir dentro de ella de manera plena- y llevarlos a un fin útil, para, como ventana de Johari, descubrir partes de la personalidad desconocidas por nosotros mismos, un ejercicio no exento de cierto cinismo, en donde todas las preguntas son válidas. El ejercicio científico debe de dejar las anclas de la moral y las buenas costumbres y cuestionarse todo, si es que queremos encontrar las verdaderas motivaciones detrás del comportamiento humano, los hilos que interconectan el universo, y que pueden descubrir que no siempre lo que parece más lógico termina siéndolo. Existen afortunadamente otros investigadores que como él, han develado cosas tan “asombrosas” como descubrir que es más peligroso caminar que conducir ebrio, por ejemplo. 2

También se debería de extender el uso del ejercicio científico como terapia de autoconocimiento, una especie de psicoanálisis, en donde tanto el investigador y la investigación se ven mutuamente beneficiados: uno se conoce a sí mismo, resuelve sus dudas fundamentales, y los demás, fruto de los resultados de la investigación, conocemos un poco más de nosotros mismos.

Fuentes

  • 1 Con su Teoría del efecto fotoeléctrico, en donde en pocas palabras, cuando alguien ilumina un objeto en la oscuridad, ese objeto se ve perturbado por los fotones de luz. http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/1921/press.html
  • 2SuperFreakonomics, Steven D. Levitt, Stephen J. Dubner, William Morrow Paperbacks; 2011
  • Predictably Irrational: The Hidden Forces That Shape Our Decisions, Dan Ariely, 2009
  • Antropología de la pobreza: cinco familias, Oscar Lewis, Fondo de Cultura Económica, 1964
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