¡Qué súper nombre para un súper producto! Años después del lanzamiento del iPhone podemos afirmar sin regateos que es el mejor teléfono celular que ha existido hasta el momento. Cisco no hubiera podido capitalizar este nombre -o no pudo más bien- de igual forma que Apple.
Estoy seguro que la visión de sus creadores era tener el mejor producto disponible para esta generación, y sin embargo, la duda y el escepticismo no dejaron de rondar desde el principio. Una ejecución buena -a secas, como relatan los problemas de AT&T que tuvieron al principio- pero una comunicación integral de marketing del producto intensiva, intensa, bien orientada, por fases, atacando uno a uno de los segmentos por adopción -adicción- de la tecnología, posicionaron al teléfono celular como el teléfono celular.
Y precisamente sobre esta segmentación de los consumidores con respecto a la adopción a la tecnología, discutiría nada más que no coincido con ligarla directamente al ingreso, o no necesariamente. Siempre existe el juicio del comprador que prefiere ser mas cauto, así tenga el dinero para gastar en el gadget de moda. Por otro lado, es de notar es que esta efectiva campaña de comunicación del producto, no solo los comerciales impresos, filmados, etc., sino hasta la caja y el producto como tal, han ido convirtiendo a los diferentes segmentos discutidos arriba, incluyendo a los mas reacios e inmunes a la mercadotecnia en compradores.
Finalmente esa debería de ser el objetivo de las campañas publicitarias: cambiar el comportamiento de los clientes de excepticos a, al menos, compradores, y si el producto es bueno, convertir a esos compradores en recomendadores. Creo que no hay nadie más convencido de las propias ideas que un escéptico convertido, o un converso desilusionado.
Podemos dejar al producto la cuota de desilusionados, pero podríamos eso si, responsabilizar a la comunicación del marketing del producto por los nuevos y fieles adeptos.
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